Cualidades líderes

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Muchas son las habilidades que han de acompañar a un líder, pero hay tres que siempre me ha parecido que engloban gran parte de ellas.

Ciertamente, el liderazgo, aquella cualidad por la que otras personas te siguen, identificándote como su jefe u orientador porque te consideran digno de respeto, se inspira, no se impone; es decir, es un regalo que otros te hacen si has sido capaz de ganártelo.

La jefatura tradicional, en sentido de “potestas” (poder que puede imponerse) va de arriba abajo; mientras que el liderazgo, como “auctoritas” (influencia moral basada en el reconocimiento o prestigio), va de abajo a arriba, porque son los demás quienes identifican a otro como líder y se basa, fundamentalmente, en habilidades sociales.

  1. Ser coherentes.

Es imposible seguir a alguien que no tenga un rumbo claro, porque nunca sabríamos qué camino tomar ni si hemos acertado en la elección. En las relaciones sociales pasa lo mismo, pero respecto a la coherencia.

A todas las personas les gusta sentir seguridad emocional en las relaciones y saber en todo momento a qué atenerse; es decir, conocer las reglas de juego e identificar claramente el campo. Los líderes crean un entorno seguro, un entorno de confianza porque son justos y coherentes, porque clarifican expectativas, porque actúan como dicen y garantizan una dirección clara, conocible e identificable; y esa es la que exigen.

De esta forma, esos líderes aportan seguridad y confianza, consiguiendo que las personas de su equipo se relajen y puedan enfocar todos sus esfuerzos en el proyecto común, en participar, en aportar su talento, crear e innovar en libertad, en colaborar en vez de competir. En caso contrario, se dedicarán a “hacer política” y a trabajar para medrar a costa del otro, desperdiciando tiempo, recursos y todas sus capacidades en aspecto absolutamente improductivos, cuando no ponzoñosos.

Ser coherentes, para que las personas puedan sentirse seguras, es una de las principales cualidades de cualquier líder.

  1. Generar pertenencia.

El ser humano es social y disfruta sintiéndose parte de un grupo; es más, es en esa conexión, como parte de algo, donde normalmente multiplica sus capacidades. La labor del líder es favorecerlo.

Líder es aquel que genera ese sentimiento de pertenencia entre los miembros de su equipo, favoreciendo que todos se sientan parte activa del mismo, por un lado, e importantes, por otro. Además, es el que cuida de que las conexiones que se produzcan entre ellos sean sanas, libres, tolerantes, exigentes, de apoyo mutuo y estén cargadas de sentido del humor. Ese sentimiento de pertenencia y esas conexiones sanas entre las personas favorecerán que se trabaje en equipo porque el propio equipo buscará colaborar en vez de competir, arrastrando hacia el desempeño más alto a cada uno de los miembros.

Una vez que las personas se sienten emocionalmente seguras, el sentimiento de pertenencia a un grupo y la calidad de las conexiones entre sus miembros son la tierra donde podrá germinar el talento, el mayor esfuerzo y el alto rendimiento.

  1. Favorecer la creatividad.

A veces nos sorprende lo que las personas hacen en su tiempo de ocio, sus aficiones, la forma tan creativa y dinámica en la que se comportan; pero si nos sorprendemos es porque algo falla, porque no lo han puesto al servicio de nuestra causa. Un líder es capaz de sacar lo mejor de cada persona y que lo ponga generosamente al servicio del proyecto común.

Para que una persona quiera exprimirse, dejar aflorar sus capacidades, en beneficio de todos, el líder empieza por sí mismo. En primer lugar, genera un clima que favorezca la creatividad pidiendo opiniones, por ejemplo; o estando abierto a soluciones distintas, a probar cosas nuevas, a que el equipo se autogestione, a que modifique procesos.

Además, el verdadero líder no se centra en perseguir y penalizar los errores, ni se obsesiona en buscar culpables; sino que aprovechará los errores para buscar las causas y sacar conclusiones que beneficien al equipo, ayudándole a crecer. Procurará, también, fomentar el aprendizaje entre compañeros y asumir un cierto nivel de riesgo en los procesos de ensayo y error.

Un líder favorece el aprendizaje del grupo y de cada uno de sus miembros y fomenta su crecimiento porque, de esta forma, además de mejores resultados, tendrá un equipo agradecido con deseos de aportar lo que ha recibido.

Siempre he dicho que un gran líder es muy exigente, el más exigente, a la vez que el mayor valedor de su equipo, el que más les cuida y desarrolla. Y si somos coherentes, generamos pertenencia y conexiones sanas, y favorecemos el aprendizaje, el desarrollo y la creatividad conseguiremos que a nuestra gente le apetezca aportar generosamente en el día a día, en el trabajo diario, su talento, su esfuerzo y su pasión al proyecto de todos.

Francisco Muñoz